Argentina se quedó con su segunda medalla en los Juegos Paralímpicos de París 2024 después de que Juan Samorano venció 6-5 al uzbeco Javokhir Alikulov en el cruce directo por la presea de bronce de para taekwondo, dentro de la categoría -70kg K44, y repite el logro obtenido en la anterior edición de Tokio 2020.
El hombre de 42 años inició su camino en la cita organizada en Francia con una victoria por 14-10 frente al tailandés, Tanapan Sotthiset y cayó en los cuartos de final contra el japonés, Shunsuke Kudo, en el Round de oro después de igualar 2-2 en el primer asalto. Sin embargo, se tomó revancha en el Repechaje para mantener la ilusión de pelear por una medalla. En esa instancia, derrotó 15-3 al oriundo de Georgia, Giorgi Nikoladze para llegar a la contienda final por el tercer metal.
En el choque contra Alikulov, sacó una ventaja de 4-0 en los primeros segundos del round, compuesto de cinco minutos, y se dedicó a conservar lo que había logrado. La urgencia de su rival lo hizo tomar riesgos, pero no le alcanzó para imponerse al vigente campeón parapanamericano. Vale destacar, Samorano se quedó con la medalla dorada en Santiago 2023 tras vencer 21-20 al cubano Mitchel Suárez.
Ese suceso trajo aparejado dificultades físicas, a las que se sumó la parte mental: “Lo que me pasó me tiró muy abajo. Se me empezaron a cerrar un montón de puertas, se me cayó el mundo abajo en un segundo. Buscaba trabajo y no me lo daban por la parte estética o porque nadie se quería arriesgar a tener a una persona discapacitada trabajando. Mi pareja había quedado embarazada y teníamos que rebuscarnos la vida como podíamos para mantener a una criatura. Psicológicamente eso me tiró para atrás, estaba en la calle de acá para allá. Fue muy duro”.
“Hacía albañilería, cortaba el pasto, fui delivery de sushi y de pizzas para poder tener un ingreso. Tuve que hacer tratamiento psicológico y psiquiátrico. Estuve medicado un tiempo después del accidente”, manifestó.
En medio de ese proceso de aceptación, Juan se topó sin pensarlo con el taekwondo: “Nunca imaginé que iba a meterme en este deporte. Estaba caminando por una avenida y empecé a escuchar gritos que venían desde un salón que estaba arriba de un local. No sabía ni lo que había, pero el ser chusma me llevó a subir las escaleras y ver qué estaba pasando. Ese fue mi primer contacto con mi profesor, hoy mi entrenador personal, Eduardo Guzmán, y los chicos. Los vi entrenando, haciendo taekwondo y ahí arrancó mi historia deportiva”.