Las autoridades del país africano de Ruanda identificaron el origen de un brote del mortal del virus de Marburgo y lo vincularon con la actividad minera en una cueva habitada por murciélagos frugívoros.

Durante una sesión informativa el jueves, el ministro de Salud de Ruanda, Sabin Nsanzimana, confirmó que el caso inicial del virus  probablemente surgió de un sitio minero, y enfatizó la importancia de minimizar la interacción humana con los murciélagos.

El brote, que comenzó hace menos de un mes, resultó ya en 64 casos confirmados y 15 muertes, según un informe del Ministerio de Salud de Ruanda publicado en X (anteriormente Twitter).

 

 

Las autoridades sanitarias detuvieron rápidamente todas las explotaciones mineras en el sitio de la cueva y están realizando controles de salud a los trabajadores que pueden haber estado expuestos.

“Hemos reunido a diferentes equipos de veterinarios, epidemiólogos, vigilancia genómica y diagnósticos de laboratorio, para analizar a estos animales y también a las personas”, dijo el ministro de salud. “Es muy importante para la comunidad científica estudiar la perspectiva animal y humana, pero también el medio ambiente“.

El gobierno ha lanzado una campaña de vacunación dirigida a los trabajadores sanitarios y a las personas que viven en zonas de alto riesgo, de las que se han vacunado a más de 1.300 personas.

El Marburgvirus. Foto: National Institute of Allergy and Infectious Diseases (NIAID)

La enfermedad del virus de Marburgo, antes conocida como fiebre hemorrágica de Marburgo e identificada por primera vez en 1967 tras brotes simultáneos en Marburgo (Alemania) y Belgrado (Serbia), es una enfermedad altamente infecciosa con síntomas similares a los del ébola, que incluyen náuseas, vómitos, dolor de garganta y dolor abdominal intenso, que pueden provocar una hemorragia mortal. Se propaga a través del contacto con fluidos corporales infectados o superficies contaminadas. Aunque los casos siguen siendo poco frecuentes, los brotes anteriores en África han demostrado el grave impacto del virus, con tasas de mortalidad que suelen oscilar entre el 24 y el 88 por ciento.