En el corazón de la Ciudad Sagrada de Quilmes, cerca de Amaicha del Valle, se llevó a cabo una celebración vibrante del 1 de agosto, marcada por rituales ancestrales en honor a la Pachamama, la Madre Tierra. Turistas de diversas partes de Argentina, incluyendo Santa Fe y Buenos Aires, se unieron a los locales en una serie de ceremonias tradicionales que han sido transmitidas de generación en generación.
El evento principal comenzó con la corpachada, un ritual que simboliza la apertura de la boca de la Madre Tierra mediante la excavación de un pozo. Este acto es fundamental para ofrecer las cosechas y expresar gratitud por la abundancia recibida, mientras se solicitan bendiciones para el nuevo ciclo agrícola. La ceremonia se complementa con la lectura de la piedra, que brinda esperanzas de un buen año.
Otro aspecto destacado de las festividades fue la purificación, que prepara el terreno para las ofrendas. Los participantes ofrecieron frutos secos y cosechas como muestra de agradecimiento a la tierra, mientras el té de ruda y el sabo mosquero, preparados con hierbas nativas, ayudaron a calentar los cuerpos y a mantener vivas las tradiciones locales.
La celebración continuó en la casa comunitaria, donde se distribuyeron ramitas simbólicas entre los asistentes. Estas ramitas, acompañadas del té de ruda, están destinadas a alejar las malas vibras y atraer energías positivas. Este ritual refuerza la conexión entre la comunidad y la tierra, asegurando que las antiguas costumbres perduren y sigan siendo un pilar de la identidad cultural de la región.