El sol caía a plomo sobre la explanada del hotel, donde una soga cruzaba el aire como una línea entre la vida y el abismo. Desde las alturas, descendían con precisión quirúrgica los hombres de la Dirección General de Bomberos, en una escena que parecía sacada de una película, pero que es parte del nuevo entrenamiento con el que la Policía de Tucumán apuesta fuerte a salvar vidas.

Este jueves se bajó el telón, pero el espectáculo fue todo menos ficticio: el curso nacional de “Operador de Rescate” llegó a su fin tras 20 días intensos de capacitación. En el acto de cierre, la puesta en escena fue más que un examen final: fue un manifiesto de destreza, técnica y compromiso.

En primera fila estaban las autoridades: el ministro de Seguridad, Eugenio Agüero Gamboa; el secretario de Seguridad, Gustavo Vizcarra; el jefe y subjefe de Policía, comisarios generales Joaquín Girvau y Roque Yñigo; y los directores de Bomberos, Gabriel López y Mario Herrera. Todos coincidieron en un mensaje: la preparación salva vidas.

“Hoy la Policía de Tucumán ha demostrado las destrezas finales de un curso que venían realizando hace 20 días”, dijo Agüero Gamboa, y agregó: “Cuentan con equipamiento necesario para poder realizar rescates en altura”.

No es una metáfora cuando se habla de una inversión en seguridad: cuerdas especiales, arneses, poleas y sistemas de anclaje móvil forman parte del arsenal técnico que el Gobierno Provincial puso a disposición para que estos bomberos no improvisen, sino que actúen con rigor profesional.

Gabriel López, director general de Bomberos, fue claro:

“Este curso marca un hito. Replicamos en Tucumán lo aprendido en Córdoba, Buenos Aires, La Rioja y Catamarca. Es una respuesta al pedido del gobernador, del ministro, del jefe y subjefe de Policía: capacitación constante para salvar vidas”.

La escena central del simulacro fue narrada con entusiasmo por el subcomisario Adrián González, uno de los instructores:

“Simulamos un incendio con rescate desde la parte superior del hotel. Usamos un plano inclinado, cuerdas semiestáticas, poleas y una canasta para transportar a la víctima con un operador. Es un rescate técnico que exige precisión milimétrica”.

El público no parpadeó cuando los rescatistas descendieron cabeza abajo en una maniobra que parece sacada de una academia militar:

Mostramos un descenso invertido, como demostración de la destreza adquirida. No es para todos. Esto requiere concentración, técnica y confianza”, explicó González.

Y por si quedaba alguna duda, la escena final fue de vértigo puro:

Evacuación rápida, sin canasta ni cable, solo con arnés. Es el recurso extremo cuando cada segundo cuenta”, dijo González con la serenidad de quien ha ensayado mil veces la caída, para que otros puedan volver a levantarse.

Veinte días de entrenamiento, décadas de compromiso. La Policía de Tucumán no solo formó operadores de rescate. Formó guardianes de altura.