En el corazón del barrio El Mirador, en Villa Carmela, se encuentra una casa que late al ritmo de la solidaridad. Allí vive una familia cuya labor trasciende las paredes de su hogar, convirtiéndolo en un espacio de contención y ayuda para quienes más lo necesitan. Con cuatro años de labor comunitaria, el merendero se sostiene gracias al esfuerzo de Sandra, Fabián y Mariela, quienes dedican su tiempo y recursos para ayudar a niños y madres en situación de vulnerabilidad.
La familia organizadora destacó la importancia de la solidaridad para llevar alegría a quienes más lo necesitan en esta época festiva, e invitó a la comunidad a sumarse con cualquier aporte posible.
Desde antes de la pandemia, este grupo familiar emprendió una misión que fue creciendo con el tiempo. “Comenzamos con algo pequeño, pero la necesidad era tan grande que no pudimos detenernos,” relata Sandra. Hoy, su casa funciona como el Merendero Pinocho, donde asisten a 15 familias, muchas con varios hijos.
El motivo de nuestra visita era la colecta solidaria que han iniciado para preparar canastas navideñas. “Queremos llevarles algo de alimento, una mercadería que sea útil en esta fecha tan importante,” explica. La idea es regalar no solo productos, sino también esperanza y cariño a quienes atraviesan situaciones difíciles.
Mientras conversábamos, algunos vecinos se acercaban para ofrecer donaciones o simplemente dar palabras de aliento. “No estamos solos, tenemos amigos, compadres, padrinos y familiares que siempre nos apoyan,” agrega Fabián.
En un rincón, Mariela organizaba los paquetes con esmero. “Es nuestra forma de devolver un poco de lo que hemos recibido de la vida,” dijo con voz firme. Para ellos, la solidaridad no es un acto esporádico, es un estilo de vida.