Cada 1 de agosto, en el norte argentino y más allá, la tradición de tomar té con ruda se lleva a cabo con devoción. Esta costumbre, transmitida de padres a hijos, es un ritual que ha perdurado a lo largo de los años. Se dice que el té con ruda purifica la sangre y protege contra enfermedades, y es común ver a familias preparándose para esta práctica ancestral desde temprano en la mañana.

Una entrevistada recuerda con nostalgia cómo sus padres le daban té con ruda sin azúcar en pequeños sorbos, explicando que era para el bienestar general. “Dicen que cura la sangre porque empieza el brote ahora”, comenta. Esta creencia popular está profundamente arraigada en la cultura local, donde la ruda, ya sea macho o hembra, se considera una planta de gran poder.

En una semillería de calle Córdoba al 600, han servido el té a sus clientes y además destacaron un aumento en la demanda de ruda en la semana previa al 1 de agosto. Luciano, un comerciante local, destaca la creciente popularidad de esta tradición. “Tres sorbitos para alejar las malas vibras y atraer buenas energías para esta segunda parte del año”, señala. La práctica no solo es conocida en el noroeste, sino que se ha expandido por todo el país, uniendo a personas de diferentes regiones en esta creencia compartida.

El origen de esta costumbre se remonta a los pueblos originarios, que usaban caña con ruda para inmunizarse contra el frío. Con el tiempo, la tradición evolucionó y se popularizó el uso del té. Hoy en día, tomar tres sorbos de té con ruda en ayunas se considera un ritual para ahuyentar malas vibras y atraer buenos espíritus, en sintonía con la celebración de la Pachamama. Este 1 de agosto, una vez más, muchos argentinos seguirán esta práctica, manteniendo viva una tradición que une generaciones en una creencia de protección y buena fortuna.