Cuando nos enfrentamos a la preocupación de que nuestro hijo no está hablando, tuvimos la oportunidad de recibir orientación de nuestra psicóloga.
Su consejo inicial fue que no entráramos en pánico, sino que tomáramos medidas concretas. El segundo paso que recomendó fue consultar a un pediatra para obtener una evaluación médica adecuada. Posteriormente, nos sugirió realizar estudios auditivos como tercer paso, seguidos por una consulta con una fonoaudióloga como cuarto paso.
Finalmente, Brenda nos aconsejó implementar un programa de apoyo temprano como quinto y último paso. Además, destacó la importancia de hacer pausas y tener paciencia al comunicarnos con nuestros hijos. También nos instó a ajustar nuestro lenguaje y evitar hablar en exceso, ya que, contrariamente a la creencia común, esto no necesariamente les motivará a hablar más.