El 26 de febrero de 2006, Paulina, estudiante de ciencias de la comunicación, salió de un boliche de la zona conocida como el ex Abasto, en la capital tucumana, adonde había ido a bailar con su amiga Virginia Mercado. Tomaron un taxi pero la chica se bajó antes y ella siguió para ir a encontrarse con su novio. Al día siguiente, como no había regresado a su casa, su familia empezó a buscarla.
El cuerpo de la joven apareció 13 días después al costado de la ruta provincial 341, camino a Raco. Tenía heridas de arma blanca, quemaduras de cigarrillo, el cuero cabelludo arrancado y las huellas digitales limadas. Según la autopsia Paulina, de 22 años y mamá de una niña que en ese momento tenía 5, murió asfixiada por estrangulamiento.
Desde entonces y como cada 26 de febrero, su padre, Alberto Lebbos, marcha en Plaza Independencia acompañado por todas las familias Víctimas de la Impunidad para exigir justicia por el crimen de su hija y de muchas otras familias que aún esperan justicia.