Hasta ayer, conseguir la Tarjeta Independencia era casi una hazaña. Con suerte, significaba perder una mañana. Con mala suerte, volver al día siguiente. El único punto de entrega era la Terminal de Ómnibus, donde las colas interminables se mezclaban con la frustración de usuarios que solo buscaban una forma de moverse por la provincia.

Las imágenes circularon por redes sociales y medios locales: adultos mayores de pie por horas, trabajadores apurados por llegar a sus empleos, estudiantes sin tiempo que perder. El enojo creció, y con él, la presión.

La respuesta oficial no tardó en llegar: se sumaron nuevos locales habilitados para la venta de la Tarjeta Independencia, aliviando así la carga en el único punto que, hasta ahora, centralizaba toda la demanda.

“Era insostenible que toda la provincia tuviera que venir a la Terminal por una tarjeta”, comentaba una mujer en la fila, antes de enterarse de la noticia que trajo algo de alivio.

El plástico, que permite viajar en líneas interurbanas, tiene un valor de $3.000, y es indispensable para quienes se trasladan a diario entre localidades. La ampliación de los puntos de venta promete mejorar la experiencia del usuario y evitar aglomeraciones innecesarias.

El Gobierno aún no precisó la lista completa de los nuevos lugares habilitados, pero se espera que incluya kioscos, centros de pago y locales de transporte en distintos puntos del Gran San Miguel de Tucumán y el interior.

La descentralización llegó tarde, pero llegó. Y con ella, una lección: cuando la gente habla, el sistema –a ve