En una rueda de prensa que prometía ser un parte de novedades sobre el transporte público, el gobernador Osvaldo Jaldo se puso el traje de optimista tecnológico. Sí, reconoció que la implementación de los nuevos sistemas de pago, léase SUBE, tarjeta Independencia y tarjeta Metropolitana, está siendo más accidentada que un viaje en hora pico. Pero, como buen político, prefirió ver el vaso medio lleno.

“Tucumán no tenía la SUBE, y ahora la tiene. Tucumán estaba en pañales tecnológicos, y ahora se codea con las provincias más modernas”, declaró Jaldo, con una sonrisa que intentaba disimular los dolores de cabeza que estos cambios están generando entre los usuarios.

Y es que, como bien reconoció el gobernador, “todos los cambios llevan tiempo”. Un tiempo que, para muchos tucumanos, se está haciendo eterno. “Hay mucha gente que no termina de entender el sistema, o que encuentra inconvenientes en la combinación de las tarjetas”, admitió Jaldo, con un dejo de resignación.

Pero no todo son quejas. El gobernador destacó la buena predisposición del gobierno provincial y de la municipalidad de San Miguel de Tucumán para limar asperezas y lograr que este sistema de pago integrado funcione como una sinfonía, y no como una cacofonía. “Tenemos un sistema de transporte que depende de la Capital y otro del área metropolitana y el interior. Por eso entiendo que hoy hay dificultades, pero con el tiempo las tarjetas podrán armonizar su uso”, aseguró Jaldo, con la esperanza de que el tiempo le dé la razón.

En otro orden de cosas, el gobernador fue consultado sobre la posible adhesión de UTA Tucumán al paro de la CGT del 10 de abril. Jaldo, fiel a su estilo conciliador, prefirió pasarle la pelota al secretario general del gremio, César González. “Hay que preguntarle a UTA. Ellos dependen de su organización nacional. Yo ya he conversado con ellos, tengo una muy buena relación, pero esto es dinámico, es cambiante, así que esa pregunta hay que hacerla al secretario general, César González”, respondió Jaldo, con una sonrisa que dejaba entrever que prefiere mantenerse al margen de la polémica.

En definitiva, Tucumán se sube al tren de la modernización tecnológica en el transporte público. Un tren que, por ahora, avanza a los tumbos, pero que promete llevar a la provincia a un futuro más eficiente y moderno.