Nikki Exotika, de Nueva Jersey en los Estados Unidos, se sometió a varios procedimientos en los últimos 20 años, que incluyen aumento de senos, cirugía de nariz, levantamientos, pliegues e incluso terapia de voz, el objetivo: ser una muñeca Barbie de la vida real.
La mujer de 40 años tuvo aumentos de senos, cirugías de nariz, levantamientos, cirugías estéticas, terapia de voz y más en su búsqueda para parecerse a la muñeca popular. Después de completar su look, se propuso encontrar su “propio muñeco Ken” y ahora está comprometida con su novio Jason quien ya le propuso matrimonio.
“Planeamos reunirnos nuevamente en Barcelona después de que Justin ahorrara suficiente dinero para que eso sucediera, luego teníamos planes de ir a Estambul para arreglar la nariz rota de Justin. Bueno… Justin nunca hizo la pregunta en Barcelona, lo cual, por supuesto, me molestó mucho porque sentí que no hablaba en serio, así que llegamos a Estambul unos días antes de su cirugía para disfrutar de la ciudad. Estaba tratando de cambiar mi estado de ánimo, así que nos reserva un paquete de fotos y videos para parejas. De todos modos, los fotógrafos me decían que girara hacia la mezquita y mirara mientras disparaban, luego Justin estaba detrás de mí sobre su rodilla. Tan pronto como me dijeron que me diera la vuelta, ME LO PROPUSO y NO me esperaba eso… me sorprendió”, contó en redes sociales.
Sobre su transformación dijo: “Elegí el look de Barbie porque estaba obsesionada con la muñeca desde que era pequeña. Mucha gente dirá: ‘¿Qué la hace especial? ¿Qué la convierte en la muñeca más cara? Oh, ¿entonces ha gastado un millón en su cara y cuerpo?’. Bueno, es mucho más que eso”.
Desde los dos años, Nikki supo que era diferente a quienes la rodeaban, ya que disfrutaba maquillarse y pintarse las uñas. También creció idolatrando a Barbie y estrellas del pop como Madonna después de sentir que nació en el cuerpo equivocado. “Empecé a darme cuenta cuando era pequeña de que definitivamente había algo mal en mí. Cuando era niño, robaba las muñecas Barbie de mi prima todo el tiempo. Mi madre los encontraba debajo de mi cama”, dijo.
“Fue una transición difícil, tuve que esperar hasta terminar la escuela secundaria. Había mucha gente diciéndome cosas malas. Cuando hice la transición, fue el mejor sentimiento de mi vida, fue emocionante saber que había retrocedido mi hora después de que me llamaran fea y tú esto, tú aquello, finalmente encontré mi identidad”, expresó.