WhatsApp sufrió una caída global ayer cerca de las 15 horas, afectando el envío y recepción de mensajes. La falla también alcanzó a Instagram y Facebook, todas plataformas de Meta. Aunque el servicio comenzó a estabilizarse a las 15:30, algunos usuarios reportaron nuevas interrupciones después de las 16 horas.

La interrupción generó un gran revuelo en redes sociales, donde los usuarios expresaron su frustración y compartieron memes sobre la dependencia digital. La caída evidenció una vez más el impacto de estas plataformas en la vida cotidiana

En un escenario dominado por la incertidumbre, algunos usuarios se sintieron desconectados del mundo, mientras que otros enfrentaron dificultades para trabajar y coordinar actividades esenciales. Las emociones se dispararon y el estrés se convirtió en protagonista, especialmente en jóvenes nacidos después del año 2000, acostumbrados a mantener vínculos casi exclusivamente a través de sus teléfonos inteligentes.

“Cuando se cae una plataforma, aunque sean solo unos minutos, para muchos es como una eternidad”, explicó el licenciado en psicología Roberto González-Marchetti. Según el especialista, la generación digital muestra una marcada dificultad para manejar la frustración cuando se interrumpe su conexión virtual. “Están muy condicionados a la comunicación digital y eso les impide desarrollar habilidades para la interacción cara a cara”, agregó.

En medio del apagón digital, los comentarios en otras plataformas como X (antes Twitter) no se hicieron esperar. Memes, quejas y mensajes de pánico se multiplicaron en cuestión de segundos. Sin embargo, detrás de la ironía y el humor compartido, se encuentra una realidad preocupante: la incapacidad de muchas personas para desconectar y gestionar la ansiedad ante situaciones inesperadas.

La caída de Meta también afectó a empresas y trabajadores independientes, cuyos ingresos dependen de estas plataformas. Para muchos, la interrupción significó horas sin ventas, citas canceladas y proyectos en pausa. “Intentamos mantener la calma, pero fue complicado; la mayoría de nuestros clientes nos contactan por WhatsApp”, confesó Mariana Gómez, dueña de un negocio de venta online.

La lección parece clara: es urgente aprender a diversificar los canales de comunicación y a fortalecer la capacidad de adaptación frente a estos desafíos. Como señala González-Marchetti, “debemos desarrollar la inteligencia emocional para gestionar mejor nuestras reacciones ante factores de estrés inesperados”.