La decisión, tomada en un acto de autoridad por el presidente Javier Milei, reconfigura el futuro del Banco de la Nación Argentina (BNA), la entidad bancaria más grande del país. A través del Decreto 116/2025, publicado este jueves en el Boletín Oficial, el Banco Nación deja de ser un ente autárquico y pasa a formar parte del régimen de la Ley General de Sociedades, bajo el nombre de Banco de la Nación Argentina Sociedad Anónima (BNA S.A.). Esta transformación ha sido tomada como una jugada política estratégica, realizada mientras el presidente se encontraba de viaje hacia Estados Unidos, en medio de la creciente crisis relacionada con el escándalo cripto de $LIBRA.

El decreto, firmado por Milei, establece que el nuevo BNA S.A. estará controlado en su mayoría por el Estado Nacional, que poseerá el 99,9% de las acciones, mientras que la Fundación Banco Nación, la cual se queda con el 0,1%, se encargará de la administración de una pequeña fracción de la entidad. De acuerdo con los detalles del Boletín Oficial, el capital social de la nueva sociedad asciende a más de 1,6 billones de pesos.

Este movimiento, que en diciembre ya había sido anticipado por la propia entidad bancaria, pone fin a la discusión que había abierto el gobierno libertario en sus primeros días de gestión sobre la posible privatización del BNA, una medida que había sido rechazada por el Congreso. Sin embargo, el avance hacia la conversión en sociedad anónima está en línea con una visión que busca mejorar la eficiencia del banco y facilitar su expansión, principalmente a través de la apertura de capital y, potencialmente, su cotización en bolsa, algo que ya se ha visto en otros casos internacionales, como en el Banco do Brasil o YPF en el sector energético.

En el entorno del gobierno, se justifica esta decisión por la necesidad de aumentar el fondeo del banco, con el fin de seguir apoyando a las PyMEs y a las familias a través de nuevos préstamos. Sin embargo, la transformación también responde a la crítica hacia la figura de Sociedad del Estado, que desde el Ejecutivo se ve como un modelo ineficiente y propenso a la descapitalización permanente.

A partir de ahora, el BNA S.A. deberá adaptarse a las reglas del mercado y enfrentar los desafíos que plantea su nuevo rol como sociedad anónima, mientras la sociedad observa de cerca cómo la medida repercute en la estructura económica del país.