Los días calurosos, esos que se han vuelto más frecuentes y duraderos con el paso de los años, ya no son solo una incomodidad; son una amenaza. No se trata solo de malestar o incomodidad, sino de un peligro real para la salud, especialmente para aquellos que ya viven con enfermedades crónicas o pertenecen a grupos vulnerables, como los niños, los adultos mayores y las personas con menos recursos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dejado claro que el calor extremo, ese que parece llegar para quedarse, puede desencadenar una serie de problemas de salud graves. Desde golpes de calor hasta el agravamiento de afecciones preexistentes, los efectos son devastadores. De hecho, las olas de calor se han convertido en la principal causa de muerte relacionada con el clima, lo que refleja una realidad cada vez más presente en nuestras vidas.
En este escenario, uno de los mayores desafíos para el cuerpo humano es la incapacidad de regular la temperatura interna bajo condiciones extremas de calor y humedad. Y cuando el cuerpo no puede mantener la calma, las consecuencias son serias. Golpes de calor, deshidratación, insuficiencia renal y problemas cardiovasculares se suman a la lista de peligros que acechan a aquellos expuestos a temperaturas extremas. Por eso, la prevención se vuelve más crucial que nunca, sobre todo para los más vulnerables y aquellos que pasan largas horas al aire libre, como los trabajadores en la construcción o los agricultores.
El consejo es simple, pero vital: hidratarse constantemente. No basta con beber agua; los jugos naturales de frutas, ricos en electrolitos, son una excelente opción. Y por supuesto, evitar cualquier actividad física cuando el sol pega fuerte. Los niños, más sensibles al calor, deben beber más agua y disfrutar de baños más frecuentes.
Si los síntomas de un golpe de calor comienzan a manifestarse —malestar general, dolor de cabeza, confusión o desmayo— hay que actuar rápido: llamar a una ambulancia o acudir a urgencias puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Y si bien la prevención individual es clave, la comunidad también juega un papel fundamental. Según Chesini, experto en salud y cambio climático, debemos mirar por los demás, especialmente por los vecinos más vulnerables. ¿Tienen suficiente agua, comida y medicación? En momentos de calor extremo, hacer lo que podamos por el otro puede ser la diferencia. Buscar lugares frescos, como centros comerciales, parques o bibliotecas, puede ser una forma efectiva de mitigar los efectos del calor.
Los efectos del calor extremo
El calor extremo no solo afecta el cuerpo de manera directa, sino que también tiene efectos secundarios importantes. Los golpes de calor, una emergencia médica grave, se producen cuando el cuerpo alcanza temperaturas peligrosas, afectando el sistema nervioso y causando confusión, pérdida de conciencia e incluso la muerte si no se trata a tiempo.
El agotamiento por calor es otro de los efectos comunes, especialmente entre quienes realizan trabajo físico bajo altas temperaturas. Fatiga, mareos y debilidad son síntomas que no deben pasarse por alto.
Además, el calor extremo tiene un efecto exacerbante sobre las enfermedades crónicas. Aquellos que padecen diabetes, trastornos cardiovasculares o problemas respiratorios enfrentan un riesgo mayor, ya que la capacidad del cuerpo para enfriarse se ve comprometida.
¿Cómo cuidar la salud cuando hace calor?
La OMS ha establecido algunas recomendaciones clave para reducir los riesgos asociados al calor extremo:
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Evitar la exposición directa al sol y las actividades intensas: Entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde, cuando el calor es más intenso, es crucial limitar el tiempo al aire libre. Si se necesita salir, buscar sombra y usar ropa ligera y protectora es lo más aconsejable.
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Mantener los ambientes frescos: Durante las olas de calor, mantener el hogar fresco es esencial. Cerrar ventanas y usar persianas o contraventanas ayuda a bloquear el calor. Los ventiladores también pueden ser útiles, aunque solo cuando la temperatura no supera los 40 grados, ya que, en condiciones más extremas, pueden contribuir al sobrecalentamiento.
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Mantenerse hidratado y proteger a los más vulnerables: Beber agua es clave, pero las bebidas con cafeína o alcohol deben evitarse, ya que pueden aumentar la deshidratación. Además, se debe tener especial cuidado con los niños pequeños y los adultos mayores, quienes son más susceptibles a los efectos del calor.