Mientras el mundo sigue sacudiéndose al ritmo de las tensiones geopolíticas, el mercado del petróleo parece encontrar un nuevo impulso. El Brent, referencia clave para la Argentina, escaló más de un 2% y rozó los 67,85 dólares por barril, mientras que el WTI norteamericano trepó aún más: un 3% de suba, hasta los 64,68 dólares. Son cifras que no se veían desde hace diez días y que devuelven el optimismo a las petroleras, sobre todo a aquellas con apuestas millonarias en Vaca Muerta.
Pero no todas son buenas noticias. Si bien la cotización internacional del crudo al alza garantiza mejores márgenes de rentabilidad para los desarrollos no convencionales en la formación neuquina, también reaviva un viejo temor: el de un nuevo incremento en los precios de los combustibles en el mercado local.
En abril, los surtidores ya reflejaron un ajuste promedio del 1,75%. Con ese movimiento, los valores en las estaciones de servicio de YPF en la Ciudad de Buenos Aires quedaron así:
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Nafta súper: $1.378
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Nafta premium: $1.702
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Gasoil súper: $1.398
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Gasoil premium: $1.700
Con un Brent consolidado por encima de los 65 dólares, muchos en el sector energético respiran aliviados. Los proyectos más ambiciosos de Vaca Muerta —desde nuevos pozos hasta obras de infraestructura como oleoductos y gasoductos— empiezan a recuperar viabilidad económica. Algunos cálculos indican que se necesitan precios sostenidos de entre 60 y 65 dólares para que los desarrollos sean sustentables.
Sin embargo, Horacio Marín, CEO de YPF, no parece compartir del todo esa mirada conservadora. “Podemos desarrollar Vaca Muerta con un barril a 45 dólares”, sostiene, en lo que suena más a declaración de principios que a un número realista en el Excel de las inversiones.
El escenario internacional, por su parte, está lejos de la calma. Las nuevas sanciones de Estados Unidos a importadores chinos de crudo iraní vuelven a presionar sobre la oferta global. El presidente Donald Trump persiste en su intento por llevar a cero las exportaciones energéticas de Irán, mientras relanza las tensas negociaciones sobre su programa nuclear.
La OPEP, por su parte, intenta compensar la balanza. Irak, Kazajistán y otros países anunciaron recortes en la producción para equilibrar los desvíos por encima de las cuotas pactadas. Una movida que contribuyó, también, al rebote del crudo.
En este tablero, la Argentina juega con reglas propias, aunque cada movimiento externo impacta como un eco en el bolsillo de los consumidores. Un Brent fortalecido puede garantizar inversiones en Neuquén, sí. Pero también amenaza con golpear en la estación de servicio, donde cada centavo de suba se convierte en un nuevo motivo de malhumor social.
Y si algo demostró la historia reciente del país es que en la Argentina, cuando sube el petróleo, casi siempre sube todo lo demás.
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