Ayer la comunidad judía dio inicio a Janucá, la festividad de las luces, una tradición de profundo simbolismo en el calendario hebreo. La celebración, que se extiende por ocho días, recuerda el milagro del aceite en el templo de Jerusalén hace más de dos mil años, bajo el dominio de los seléucidas.

El rabino Salomón Nussbaum compartió detalles sobre esta festividad en un encuentro en el que se destacaron los valores de la fe y la superación. “Janucá representa la perseverancia y la voluntad de sobreponernos a la adversidad”, explicó el rabino, quien mostró una janukiá, el candelabro de nueve brazos que se utiliza en esta celebración.

Cada noche se enciende una vela adicional, empezando con una el primer día, hasta llegar a ocho. “La luz no solo ilumina nuestro interior, sino que debe compartirse”, agregó Nussbaum, señalando que las velas suelen encenderse cerca de una ventana para que sean visibles desde el exterior, fomentando la idea de difundir esperanza y milagros.

La festividad tiene un componente educativo: “Cuando encendemos una luz para alguien más, no perdemos nuestra propia luz, sino que la multiplicamos”, destacó el rabino, reflexionando sobre el impacto positivo de compartir conocimientos y bondad.