En el contexto de una ofensiva desreguladora, el Gobierno Nacional acaba de habilitar una medida que podría reconfigurar por completo la experiencia de cargar combustible: el autodespacho en estaciones de servicio. Mediante la Resolución 147/2025, publicada este martes en el Boletín Oficial, la Secretaría de Energía aprobó el procedimiento que habilita esta nueva modalidad.

Aunque desde la administración de Javier Milei la decisión fue presentada como un avance en eficiencia y modernización, la iniciativa abre una grieta entre la intención reformista y las consecuencias sociales y técnicas que puede acarrear.

El nuevo marco establece que las estaciones podrán implementar el autodespacho sin necesidad de autorización previa, siempre y cuando cumplan ciertos requisitos técnicos y de seguridad. El Gobierno destaca la eliminación de trámites burocráticos como un beneficio claro para los operadores. Sin embargo, expertos advierten que esta flexibilización podría debilitar los controles esenciales en un rubro donde un mínimo error puede escalar rápidamente a un incidente grave.

La medida contempla tres modalidades posibles de implementación:

  • Total, donde el cliente se encargará por completo de la carga de combustible;

  • Simultánea, con áreas diferenciadas para autodespacho y servicio tradicional;

  • Alternada, que permitirá a las estaciones alternar los sistemas según la franja horaria.

Esta flexibilidad operativa, si bien atractiva desde lo comercial, abre interrogantes sobre la calidad del servicio y el cumplimiento efectivo de las normas de seguridad.

A la par, gremios y sectores vinculados al trabajo en estaciones de servicio encendieron las alarmas. El temor más inmediato es la pérdida de empleos: el autodespacho podría desplazar a miles de trabajadores que hoy cumplen funciones esenciales en la atención al público y el control de las operaciones.

Por ahora, la medida es opcional, pero muchos en el sector ven en esta resolución la puerta de entrada a una automatización creciente y una reducción estructural del personal. La modernización avanza, sí, pero no sin costo.