En mayo, los satélites que orbitan la Tierra observaron cientos de incendios forestales que ardían en Canadá y México. El humo de estos incendios fue tan denso en algunos lugares que oscurecía el agua que se encontraba debajo. Científicos explicaron que producto de este tipo de siniestros los aerosoles que emanan no solo provocan danos en la naturaleza, sino también en la salud.

Según publicó el sitio especializado Space.com. la noticia llegó justo después de que los científicos analizaran imágenes satelitales para ver una tierra quemada del doble del tamaño de Manhattan en Grecia, que sufrió su peor incendio forestal este año después de ser quemada por olas de calor consecutivas.

Los investigadores llegaron a la conclusión, una vez más, de que el cambio climático provocado por el hombre está acelerando estos incendios forestales extremos, desastres que se duplicaron en frecuencia e intensidad en los últimos 20 años. No sólo se cobran vidas, sino que también dañan la propiedad y el medio ambiente, bombeando grandes cantidades de aerosoles de humo al aire, que son partículas que se desplazan a grandes distancias y empeoran la calidad del aire a su paso. Cada vez hay más pruebas que indican también que los aerosoles de tamaños diminutos son inhalables y, por tanto, directamente tóxicos para la salud humana. Pero estas partículas no son fáciles de ver, lo que dificulta a los científicos predecir su cantidad, dirección y efectos generales.

En los últimos meses, un satélite europeo-japonés comenzó a observar la propagación de dichas partículas de humo de incendios forestales, creando un catálogo que, según los científicos, eventualmente beneficiaría la predicción meteorológica.


 

El 29 de mayo se puso en órbita EarthCARE, abreviatura de Earth Cloud Aerosol and Radiation Explorer, para estudiar cómo las nubes y los aerosoles afectan el “equilibrio energético” de la Tierra, es decir, la cantidad de energía que entra y sale de la atmósfera de nuestro planeta. Las nubes y los aerosoles influyen en este equilibrio al reflejar la energía entrante del sol hacia el espacio y, en cierta medida, al atrapar la energía saliente. Por ello, los científicos afirman que estudiar esta compleja relación “es fundamental para comprender el clima de la Tierra y cómo cambiará”.

Desde una órbita a 393 kilómetros sobre la superficie de la Tierra, un instrumento lidar atmosférico a bordo del satélite de 870 millones de dólares trazó un perfil de una franja de América del Norte a principios de este mes, mostrando una llamativa capa roja de aerosoles liberados por los incendios forestales que han ardido en Canadá este verano durante varias semanas. Esas partículas, esparcidas por el viento lejos de los incendios forestales, tienen el potencial de alterar los patrones climáticos y acelerar el calentamiento global, dijo la Agencia Espacial Europea (ESA) en una declaración reciente .

La imagen satelital también muestra salpicaduras de aerosoles verdes y amarillos justo debajo del humo de los incendios forestales, liberados tanto por fuentes naturales como el polvo que sopla desde los desiertos y el rocío del mar desde el océano, como por actividades humanas como la quema de madera y las emisiones industriales, señaló la ESA.