La tarde transcurría con normalidad en Aeroparque cuando, apenas minutos después del despegue, el vuelo AR1648 de Aerolíneas Argentinas con destino a Neuquén se encontró en una situación crítica. Uno de sus motores explotó en pleno ascenso, lo que obligó al comandante a declararse en emergencia y maniobrar cuidadosamente para regresar a tierra.
El Boeing 737-800, que había partido a las 17:21, se encontraba en fase de ascenso cuando el piloto sintió la explosión y detectó la pérdida de potencia en el motor. Siguiendo el protocolo, la tripulación decidió volar hacia una de las rutas de escape, con el objetivo de evaluar la falla y reducir el riesgo antes del aterrizaje.
Los primeros indicios apuntaban a que la causa del incidente habría sido una ingesta de ave, un problema recurrente en la aviación que puede afectar gravemente el funcionamiento de los motores. Ante esta situación y con solo un motor operativo, el comandante optó por derivar el vuelo hacia Ezeiza, donde la longitud de la pista ofrecía mejores condiciones de seguridad.
Aterrizaje sin sobresaltos
Tras realizar circuitos de espera para quemar combustible, la aeronave tocó tierra en Ezeiza a las 17:55, apenas 34 minutos después del despegue. Los pasajeros en ningún momento estuvieron en peligro y el aterrizaje se concretó sin inconvenientes.
Como indica el protocolo en estos casos, el avión fue escoltado por los servicios de emergencia, pero no fue necesaria una evacuación especial. Los pasajeros descendieron por los métodos habituales y continuarán su viaje a Neuquén a las 22:00 en otra aeronave.
Mientras tanto, la compañía inició las investigaciones correspondientes para determinar las causas exactas del incidente y evaluar los daños en la aeronave.