En una nueva página del libro de crímenes cometidos desde dentro de las cárceles, Fabio Alejandro Giménez, un hombre de 34 años que ya carga con múltiples condenas, sumó otra sentencia a su historial delictivo. Este martes, el recluso aceptó un juicio abreviado por extorsiones que cometió mientras se encontraba alojado en el penal de Coronda, y acordó una pena de 15 años de prisión.

Giménez, conocido por su vinculación con el crimen organizado y la participación en el homicidio de Nicolás “Fino” Ocampo, ladero del capo narco Esteban Lindor Alvarado, vio su sentencia ampliada a un total de 28 años y 8 meses de cárcel. A esta condena se suman varias acusaciones de extorsión, balaceras y tráfico de drogas que lo vinculan con una red criminal operando desde dentro de la cárcel.

El acuerdo de juicio fue cerrado entre el fiscal Pablo Socca y la defensa del recluso, con la homologación de la jueza Paula Álvarez. Sin embargo, Giménez no solo es responsable de las extorsiones mencionadas en las causas recientes. En 2021, participó en la planificación de un asesinato, lo que le valió una sentencia a perpetua en primera instancia, pendiente de apelación.

Las extorsiones que lo tienen como principal actor incluyen amenazas a empresarios y comerciantes de Rosario y Villa Gobernador Gálvez. En enero de 2022, su organización intimó a los dueños de una empresa de mudanzas para exigirles dinero a cambio de no causarles daños a sus propiedades. La red, con ramificaciones que llegaban hasta sus parejas que lo visitaban en prisión, también aterrorizó a un kiosquero de Rosario, quien terminó entregando 300 mil pesos por “protección”.

La violencia que siguió a la negativa de algunos de sus objetivos no se hizo esperar: en la zona sur de Rosario, se produjeron balaceras contra comercios y domicilios. La extorsión se extendió a un negocio de repuestos automotores, donde la respuesta a la exigencia de 3 millones de pesos fue un ataque armado.

El aparato de extorsión llegó incluso a Villa Gobernador Gálvez, donde Giménez amenazó a un propietario de inmueble, exigiéndole dinero por los daños que le causó un allanamiento. Luego de un pago inicial de 100 mil pesos, el preso continuó demandando más, lo que derivó en una entrega controlada por parte de las autoridades, resultando en varias detenciones de cómplices.

A medida que la justicia sigue sumando causas contra él, el nombre de Fabio Alejandro Giménez se ha convertido en un símbolo de la capacidad del crimen organizado para operar incluso desde los confines de la prisión. Su historial de delitos sigue siendo motivo de análisis por parte de las autoridades, que continúan desmantelando las redes de extorsión, robo y violencia que él ayudó a consolidar.