La escena transcurrió en la tarde del miércoles, con sigilo y una puntualidad casi quirúrgica. En el despacho de Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, se encontraron Karina Milei, Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro. La reunión, tan formal como estratégica, dejó una imagen que todavía no vio la luz: una foto con los cuatro, sonrientes, pero congelados en una alianza que aún no se atreve a pronunciar su nombre.
El encuentro, que desde el oficialismo se enmarca en una “estrategia de construcción territorial”, encendió las alarmas en la cúpula del PRO. No se trató de un acercamiento institucional, sino de un movimiento quirúrgico de Karina Milei para sumar jugadores amarillos al tablero violeta sin pasar por la venia de Mauricio Macri. Tan es así que, apenas se supo del mitin, el expresidente convocó a una cumbre de emergencia en la sede de la calle Balcarce para el martes próximo. El objetivo: contener una diáspora que amenaza con licuar lo que queda del poder real del PRO.
En la foto secreta también aparecen Sebastián Pareja —el operador bonaerense de Karina— y “Lule” Menem, su hombre de confianza. Quien brilló por su ausencia fue José Luis Espert, el economista liberal que Milei quiere en la cima de la boleta bonaerense, pero que Karina sigue resistiendo. Desde ambos bandos argumentan lo mismo: “Estas charlas son por las provinciales, no por las nacionales”. Aunque todos saben que en este país, lo provincial y lo nacional van de la mano como gemelos siameses.
Los contactos entre libertarios y macristas no son nuevos. Hace tres semanas, los mismos protagonistas se vieron en Casa Rosada. Pero el calendario apremia: el decreto de Axel Kicillof para desdoblar las elecciones bonaerenses al 7 de septiembre aceleró las negociaciones. Con la posibilidad de que haya PASO, todos se sienten contra reloj. Y en esa urgencia, Karina Milei volvió a avanzar, como le gusta: sin pedir permiso.
Desde La Libertad Avanza insisten en que no buscan un acuerdo partidario, sino sumar individualidades. La idea, aseguran cerca de la secretaria general, es clara: construir sin ceder. La reciente embestida contra Jorge Macri en la Ciudad —plantando a Manuel Adorni como candidato rival— terminó de romper los puentes con el expresidente.
“No les queda otra, el PRO está camino a morir”, dicen, con una frialdad quirúrgica, en el entorno presidencial.
La ausencia de Santiago Caputo, cerebro político del Presidente, no pasó desapercibida. Pero en este juego de sombras y silencios, su lejanía fue leída como señal de que, por ahora, Karina manda sola. O manda más.
Mientras tanto, en Balcarce 412, la sede del PRO, preparan su propia foto. Una donde los que ayer fueron oficialismo intentan recuperar el control de una tropa que, cada vez más, mira hacia la Casa Rosada en busca de cobijo. O poder. Que en esta historia, es más o menos lo mismo.