Según el Gobierno de Argentina, en la tercera semana de septiembre, la inflación fue del 1,7%. Este dato indica una desaceleración en comparación con el último dato semanal, que fue del 2,1 por ciento.
Los datos se desprenden del relevamiento semanal que realiza la Secretaría de Política Económica, que destacó que es la sexta semana consecutiva de freno en la suba de precios.
Hay que señalar que esta medición oficial alternativa al IPC (Índice de Precios al Consumidor) del INDEC, registró un pico de 4,8% en la semana posterior a las elecciones PASO 2023, cuando hubo una disparada de precios tras la abrupta suba del tipo de cambio oficial del 21,8 por ciento.
A la vez, la cartera que conduce el economista Gabriel Rubinstein compartió un gráfico donde se ve la evolución de precios y cómo estas últimas cinco semanas fueron registrando una tendencia a la baja. Cabe señalar que, hasta ahora, la semana con menor inflación de 2023 fue a finales de mayo, cuando la suba de precios fue del 0,7 por ciento.
Este relevamiento se hace en base a los precios online en supermercados y otros canales de comercialización de una canasta representativa de productos de alimentos, bebidas, limpieza, cuidado personal, electrodomésticos e indumentaria.
Se tienen en cuenta los precios publicados en diversos sitios web de automóviles y medicamentos y se hace un relevamiento online de bienes y servicios con precios regulados a nivel nacional.
Además, se ajustan las estimaciones considerando brechas por canal de comercialización en rubros como alimentos y bebidas en rubros de menor ponderación, se realizan estimaciones propias.
La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en un país durante un período de tiempo. En Argentina, este fenómeno ha sido una característica constante en las últimas décadas, con tasas anuales que a menudo superan el 20% e incluso alcanzan niveles mucho más altos. Aunque la inflación es un problema que afecta a muchas economías en todo el mundo, en Argentina ha tenido un impacto especialmente perjudicial.
Varias causas contribuyen a la inflación en Argentina, ya estacionada por encima del umbral del 100 por ciento anual. Uno de los factores clave es el déficit fiscal crónico, que llevó a la administración de Alberto Fernández a imprimir dinero sin respaldo para financiar el gasto público. Un aumento en la cantidad de dinero en circulación generalmente provoca un aumento de los precios sin la contrapartida de una mayor oferta de bienes y servicios, a falta de inversión en la producción y la infraestructura.
La incertidumbre política propia del año electoral y la falta de consenso en torno a políticas económicas sólidas exacerbaron el problema de la inflación. Los cambios en la administración gubernamental y las decisiones de política económica a menudo fueron abruptos y poco predecibles, lo que minó la confianza de los inversores y empresarios y obstaculizó la inversión a largo plazo.
La inflación tiene un impacto significativo en la vida cotidiana de los argentinos. El poder adquisitivo de la moneda disminuye constantemente, lo que significa que los ciudadanos deben gastar más dinero para comprar los mismos bienes y servicios. Esto afecta especialmente a aquellos con ingresos fijos, como los jubilados y los trabajadores asalariados, cuyos salarios no siempre se actualizan de manera adecuada para mantenerse al día con la inflación.
El gobierno argentino implementó una serie de medidas para abordar la inflación, como controles de precios y acuerdos salariales. Sin embargo, estos enfoques a menudo demostraron ser insuficientes para contener la inflación a largo plazo. Ya con un nuevo Gobierno a partir del 10 de diciembre, la solución a este problema complejo requerirá reformas estructurales más profundas, como la reducción del déficit fiscal, la promoción de la inversión en la producción y la mejora de la estabilidad política y económica.
Fuente Infobae
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