Mientras la guerra comercial recrudece en el escenario internacional, el Gobierno de Javier Milei empezó a mover sus fichas para mejorar la relación bilateral con Estados Unidos. En la última semana, cumplió con dos reclamos clave de Washington que podrían abrir la puerta a una renegociación arancelaria: la flexibilización del cepo cambiario y la habilitación para importar bienes de capital usados.
Ambas medidas estaban incluidas en el documento “Barreras al comercio exterior”, elaborado anualmente por la Oficina del Representante de Comercio de EE.UU. (USTR), donde se enumeran los obstáculos para el intercambio bilateral. Los pedidos apuntaban a eliminar restricciones a las importaciones, reducir impuestos distorsivos y facilitar el acceso al mercado cambiario argentino. También hubo señalamientos sobre propiedad intelectual, regulaciones sanitarias y servicios.
Desde este lunes, el Banco Central habilitó el pago normalizado de importaciones y el giro de dividendos al exterior, tras acordar condiciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La medida forma parte de una hoja de ruta para la salida del cepo, y además contempla la emisión de un Bopreal para regularizar deudas comerciales, otro punto observado por Estados Unidos.
En paralelo, se resolvió abrir la importación de bienes de capital usados, una decisión que afecta directamente a sectores como la maquinaria agrícola, y responde a un reclamo directo del USTR. También se evalúa extender esta apertura a neumáticos, equipos médicos reacondicionados y autopartes.
El efecto Trump y la diplomacia del arancel
La urgencia de estos gestos tiene una raíz clara: desde el 5 de abril, el gobierno de Donald Trump impuso un arancel general del 10% a la mayoría de los productos argentinos. Según la Cámara de Comercio de EE.UU. en Argentina (AmCham), la medida “eleva significativamente los costos de ingreso al mercado norteamericano”.
Ese nuevo obstáculo comercial impacta directamente sobre sectores clave. Y en medio de una economía argentina que busca oxígeno, la diplomacia comercial se vuelve fundamental.
La visita a Buenos Aires de Scott Bessent, secretario del Tesoro de EE.UU., fue leída como una señal de respaldo político. En una entrevista con Bloomberg News, Bessent fue directo pero cauto: “Creo que vamos a iniciar las conversaciones. Como a todos los demás, les digo que den lo mejor de sí. Veremos qué tal lo hacen y de ahí partiremos”.
A pesar de los avances, Bessent aclaró que aún persisten múltiples obstáculos, como “aranceles, barreras no arancelarias, manipulación cambiaria y subsidios”. La hoja de ruta para remover esas barreras ya empezó, pero queda un largo camino.
Mercosur y la estrategia de integración
En el frente regional, el Mercosur también comenzó a mover piezas. La semana pasada, los cancilleres de Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay acordaron ampliar temporalmente hasta 50 posiciones la Lista Nacional de Excepciones al Arancel Externo Común. Además, preparan una discusión sobre la modernización del bloque, prevista para fin de mes.
En el caso argentino, el objetivo es alinear aranceles de ciertos productos con los que aplica Estados Unidos, en un intento por facilitar las condiciones de acceso a ese mercado.
Todo este esfuerzo se enmarca dentro del Acuerdo Marco sobre Comercio e Inversiones (TIFA), firmado el 23 de marzo de 2016. Cualquier avance concreto para aliviar los aranceles dependerá del éxito de las negociaciones que Argentina y EE.UU. mantendrán en ese marco.
Qué exporta hoy Argentina a EE.UU.
En lo inmediato, las exportaciones argentinas hacia EE.UU. en 2024 estarán concentradas en un puñado de rubros. El petróleo crudo lidera con USD 1.992 millones (31% del total), seguido por oro en bruto (USD 801 millones), aluminio sin alear (USD 331 millones) y naftas (USD 214 millones).
Otros productos relevantes incluyen vinos (USD 188 millones), aleaciones de aluminio (USD 165 millones), carne bovina deshuesada congelada (USD 133 millones), miel natural (USD 125 millones) y cueros curtidos (USD 100 millones).
Pero con los aranceles del 10% en pie y los del 25% aún vigentes para acero y aluminio, el desafío del gobierno será sostener ese flujo exportador mientras rediseña su política comercial externa.