El Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) emitió un duro comunicado en el que advirtió sobre la crisis que atraviesa el sector y reclamó soluciones a mediano plazo para mantener el nivel de atención de procedimientos vitales como la colocación de stents y la realización de angioplastias que, en muchos casos, podrían dejar de llevarse a cabo.

En un comunicado en el que los médicos de esa especialidad detallaron la situación, indicaron que se debe a la combinación del aumento exponencial en el costo de equipos y suministros médicos, y a una reducción sistemática de honorarios profesionales, que ya ha comenzado a repercutir en la demora y reprogramación de intervenciones y comprometido la salud cardiovascular de pacientes.

Para subrayar la urgencia de una solución integral, el doctor Rubén Kervorkian, un destacado cardiólogo intervencionista, indicó que las afecciones cardíacas y vasculares “son la principal causa de muerte en la Argentina. Según el último reporte de Estadísticas Vitales de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación, en 2022 se registraron en nuestro país 110.062 fallecimientos por las enfermedades del sistema circulatorio, entre las que se incluyen las hipertensivas, isquémicas del corazón, insuficiencia cardíaca, enfermedades cerebrovasculares, ateroesclerosis y demás enfermedades del corazón y del sistema circulatorio”.

El Colegio nuclea a profesionales altamente especializados que dependen para su actividad de medicamentos, insumos, y equipos de alta tecnología cada vez más inaccesibles por sus precios, dijeron, lo que está forzando a algunos médicos a emigrar en busca de mejores condiciones laborales.

El panorama, destacaron, se agrava ante los pagos tardíos a los médicos, la insuficiencia de financiamiento para la renovación de equipo por parte de las instituciones de salud, y las trabas burocráticas de obras sociales y prepagas. Las consecuencias podrán ser una escasez de médicos cardiólogos intervencionistas y el posible cierre de centros de alta complejidad, consideraron.

 

La posición de los médicos cardioangiólogos

El Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas advirtió que “en el mediano plazo su actividad puede desaparecer y no podrían ya colocarse stents ni efectuarse angioplastías”. Esto se debe al “aumento exponencial del costo de los equipos y los insumos médicos, la baja sistemática de los honorarios profesionales”. Esta situación ya está mostrando “consecuencias indeseables como la reprogramación de prácticas y la demora en realizar las mismas dilatándolas por largos meses”, aseguró. Si la solución se demora, en el mediano plazo “toda la actividad va a verse paralizada, generando un impacto incalculable sobre la salud de la población a lo largo y a lo ancho de toda la Argentina”.

La colocación de stents, cuando se realiza precozmente “es el tratamiento más eficaz para disminuir la mortalidad del infarto de miocardio”, además, “el tratamiento por catéteres del accidente cerebrovascular realizado en las primeras horas del inicio de los síntomas logra disminuir, no solo la mortalidad, sino también el grado de incapacidad que puede quedar luego del mismo”, remarcó.

Los insumos necesarios para estas intervenciones “no se fabrican en el país”, recodaron, a la vez que advirtieron que, para realizarlas, se necesita de “profesionales altamente entrenados”. En ese sentido, señalaron que los precios de los equipos e insumos “han aumentado en forma exponencial, entre un 300% y un 500%”, algo que “no se ha visto reflejado en los centros asistenciales donde se realizan estos procedimientos y que las Obras Sociales y Sistemas de Medicina Privada pagan”.

Por poner un ejemplo, los miembros del Colegio de Cardioangiólogos aseguraron que los centros de salud con salas de cateterismo están cobrando “por las prácticas menos de la mitad que los colegas latinoamericanos y una cuarta o quinta parte de lo que se paga en Estados Unidos”. En consecuencia, “estos bajos valores abonados por los financiadores, afectan, no solo a los médicos, sino que las instituciones se quedan sin márgenes para renovar equipos e infraestructura”. Derivado de esa situación se están realizando “ajustes” que implican la reutilización los insumos, la postergación de la actualización de los equipos y el mantenimiento de magras retribuciones a los profesionales lo que está “bajando de ese modo la calidad de las prestaciones”.

Retomando lo señalado en cuanto a los honorarios, en las salas de cateterismo “los salarios de los médicos, en los últimos años han caído a valores que hacen cada vez más difícil mantenerse en la especialidad. Un cardiólogo intervencionista cobra en Argentina por el mismo trabajo apenas una fracción de lo que sus colegas de Chile, Brasil, Bolivia o Paraguay, para nombrar solo algunos países vecinos”. Además, dijeron, “los médicos cobran a los 90, 120 y a veces 150 días después de asistir al paciente, sin ningún tipo de interés ni indexación”.

Ante esto, aseguró el Colegio en el comunicado, “médicos con excelente formación están emigrando a países que los reciben con los brazos abiertos y retribuciones acordes con la calidad de su trabajo”. Una posible “escasez de médicos y el cierre de centros de alta complejidad tendrá indudablemente consecuencias serias en la salud cardiovascular de la población”, agregó.

Según dijo, como no se está actuando para solucionar estos problemas “algunas empresas de medicina prepaga y muchas obras sociales, no autorizan el suministro de los componentes básicos para poder llevar adelante las prácticas, dilatando los estudios necesarios y atentando contra la salud de los pacientes, deteriorando, de esa forma, la calidad asistencial”.

Respecto de la situación descripta, el médico cardioangiólogo intervencionista Juan José Fernández, Presidente del CACI, remarcó que “está en crisis la atención de las urgencias, tanto sea por infartos coronarios u otras condiciones cardiológicas y cerebrovasculares”. En los hechos, aseguró, “los especialistas, en lugar de concentrarnos en la realización del procedimiento, tenemos que estar pendientes de conseguir los insumos mínimos necesarios para su realización y, muchas veces, trabajar en condiciones muy precarias”.

Su colega, el doctor Alejandro Palacios, expresidente de la entidad opinó que “toda esta situación grafica claramente que “la medicina está desatendida, y no por los propios médicos, que hacemos esfuerzos sobrehumanos, muchas veces trabajando sin los recursos mínimos necesarios, sino por el propio sistema y por las autoridades que deben velar por brindar un servicio de calidad a la población”.

“Nadie quiere arriesgar, ni perder dinero. Los importadores retacean insumos, las obras sociales y prepagas demoran autorizaciones y pagan las prácticas en plazos extendidos afectados por la inflación, las autoridades sanitarias no toman cartas en el asunto y las clínicas y hospitales terminan siendo testigos involuntarios de una problemática que afecta directamente la atención programada y las urgencias. En definitiva, somos los médicos los que debemos dar la cara con el paciente e intentar resolver su problema de salud con los pocos medios que tengamos a nuestro alcance”, concluyó el doctor Palacios.