SAN JUAN – A más de un año del crimen que sacudió a la comunidad científica y judicial de San Juan, comenzó el juicio oral contra Luciana Teresita Bustos, la científica del Conicet acusada de asesinar a su amigo Marcelo José Amarfil durante un presunto juego sexual. La imputada, que podría recibir prisión perpetua, se negó a declarar en la primera audiencia.

El caso, que combina elementos de intimidad, violencia extrema y contradicciones judiciales, se ventila ahora ante los jueces Gerardo Fernández Caussi, Matías Parrón y Guillermo Adárvez, quienes deberán escuchar el testimonio de alrededor de 50 testigos antes de dictar sentencia, prevista para fines de abril.

Infobae accedió en exclusiva a la acusación presentada por el fiscal Francisco Pizarro, de la UFI de Delitos Especiales, quien considera a Bustos autora del delito de “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por alevosía”. La querella, representada por los abogados Carlos Fleury y Hugo Trigo, adhiere a esta calificación y también reclama la máxima pena.

Según el expediente judicial, el hecho ocurrió en la madrugada del 16 de enero de 2024, cuando Bustos, de 34 años, pasó a buscar a Amarfil en su auto, un Ford Fiesta gris, y juntos fueron a cenar a un local de comidas. Luego, se dirigieron hacia una zona descampada, cerca del aeropuerto Domingo Faustino Sarmiento, donde mantuvieron relaciones en el interior del vehículo.

El documento detalla que Amarfil se encontraba desnudo, con las manos inmovilizadas por muñequeras de cuero y cubierto con un antifaz negro, mientras que Bustos estaba en el asiento del acompañante. En ese estado de vulnerabilidad, la acusada habría aprovechado para tomar un cuchillo previamente afilado y asestarle seis puñaladas, una de ellas en el rostro y otra, la mortal, en el cuello, que seccionó completamente la arteria carótida derecha.

Aun herido, Amarfil alcanzó a morder el antebrazo de Bustos y romper la cadena que lo ataba, pero murió a pocos metros del auto, producto de un shock hipovolémico.

Fue un policía de ronda quien encontró a Bustos semidesnuda, descalza y con un líquido rojo en las manos. La científica dijo: “Mi amigo se mató, se mató con un cuchillo”. Pero la autopsia, realizada por tres médicos forenses, echó por tierra esa versión: las heridas no eran autoinfligidas, sino compatibles con un ataque homicida.

La defensa, a cargo del abogado Néstor “Roly” Olivera, intentó sin éxito anular el proceso, alegando que hubo una violación al derecho a la defensa. También sostuvo que Bustos fue víctima de abuso sexual, que no había consentimiento y que actuó en legítima defensa, dado que la acusada es lesbiana y mantiene una relación con otra mujer.

El tribunal rechazó el planteo de nulidad y el proceso continúa. En juego no solo está el futuro de Bustos, sino también la interpretación judicial de un caso que mezcla sexualidad, poder, indefensión y muerte.

Fuente: infobae