El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha puesto en marcha una de las reformas arancelarias más drásticas en la historia reciente, y Argentina se encuentra en el centro de este nuevo escenario comercial. A partir de la medianoche, entrará en vigencia un esquema de aranceles recíprocos generalizados para todos los países con los que Estados Unidos mantiene comercio. En el caso de Argentina, los productos que ingresen a territorio estadounidense deberán pagar un arancel mínimo del 10%, mucho más alto que el que pagan actualmente, lo que pone en riesgo la competitividad de diversas exportaciones argentinas.

El propio Trump, al anunciar la medida desde la Casa Blanca, afirmó que con esta decisión busca “hacer de Estados Unidos un gran país nuevamente”, asegurando que el aumento de aranceles fortalecerá la economía local, atraerá empleos y empresas extranjeras y, por último, bajará los precios de los bienes de consumo masivo. “Recuerden, no hay aranceles si fabrican su producto aquí”, afirmó en una declaración que sienta las bases de una política proteccionista sin precedentes.

Con este panorama, Argentina se enfrenta a un escenario comercial complicado, con asymetrías arancelarias que profundizan aún más la situación. Según un informe de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina, las diferencias entre lo que Argentina cobra por sus productos y lo que paga por las importaciones estadounidenses son notorias. En sectores clave como los alimentos, químicos, plásticos, textiles y metales, las tarifas impositivas argentinas son mucho más altas que las que impone EE. UU., lo que genera una desventaja significativa para los exportadores nacionales.

Javier Milei, ante esta nueva realidad, buscará aprovechar su relación estratégica con Trump para negociar excepciones a los aranceles, pero las dificultades son muchas. El presidente argentino tiene claro que EE. UU. busca bajar los precios locales y facilitar el ingreso de productos americanos, lo que choca con la estructura arancelaria y legislativa argentina que, hasta ahora, ha mantenido restricciones para los bienes “Made in USA”.

Además, el informe del USTR (Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos) señala que Argentina está en una posición desventajosa respecto a los aranceles, las barreras aduaneras y otros obstáculos comerciales. Esta situación se reflejó en las reuniones de los funcionarios argentinos en Washington, donde se intentó avanzar en una estrategia común para mitigar el impacto de las medidas anunciadas por Trump.

Este jueves, Milei se reunirá con Trump en Mar-a-Lago para profundizar las negociaciones, pero el futuro de la relación comercial entre Argentina y Estados Unidos parece más incierto que nunca. La pregunta que queda es si las tensiones arancelarias generarán un cambio en el tablero global o si los acuerdos bilaterales podrán aliviar los efectos de esta guerra comercial.

El impacto de las nuevas políticas de Trump está recién comenzando, y Argentina ya está sintiendo el peso de un mundo comercial cada vez más proteccionista y competitivo. El tiempo dirá si las estrategias de negociación de Milei lograrán suavizar el golpe.