El directorio del Banco Central (BCRA) aprobó hoy la impresión de billetes de $2000, que llevarán la imagen de la doctora Cecilia Grierson y el doctor Ramón Carrillo, y del Instituto Malbrán. La puesta en marcha será “lo antes posible” y se prevé que estén en circulación entre junio y julio.
Por ahora no está prevista la emisión de billetes de mayor denominación, según pudo saber LA NACION, aunque desde el ente monetario admiten que se comenzaron las tareas para hacer lo propio próximamente con otro de $5000.
La emisión de un billete de mayor denominación fue una imposición de la realidad, aunque el BCRA en su comunicado solo destacó su función conmemorativa del “desarrollo de la ciencia y de la medicina en la Argentina”, razón por la que tendrá como protagonistas a los profesionales médicos ya citados.
Es que, dada la muy elevada y sostenida inflación, el billete de mayor denominación que circula hoy en el país (el de $1000) ya era el de menor valor medido en dólares estadounidenses de la región: equivale a US$5,12 si se lo mide contra el dólar minorista del Banco Central, que hoy cotiza a $195,14 (si bien es inaccesible para los particulares); a US$3,10 si se lo compara contra el dólar ahorro (accesible -con cupo de US$200- sólo para unos 600.000 argentinos por mes), a US$2,82 (al tipo de cambio MEP), aUS$2,73 (al CCL) o US$2,64 (al blue).
En el resto de los países de América Latina la relación entre el billete de mayor denominación en circulación local de el dólar va de los US$13,70 (Paraguay) a los US$52 (Uruguay).
Además, considerando su poder de compra local, aún teniendo en cuenta el listado del programa oficial de Precios Justos, apenas alcanza en el mejor de los casos para comprar un litro de leche descremada de primera marca ($215,28), más un paquete de medio kilo de yerba ($398,53) y un paquete de cuatro rollos de papel higiénico de hoja simple blanco de segunda marca ($310,96), y llevarse cuatro o cinco caramelos, si el comerciante tiene buena voluntad, en el mejor de los casos. Es decir, hacer una compra menos que mínima.
En tanto, por los problemas y sobrecostos logísticos que provocaba, ya había reclamos al respecto de los bancos, las empresas transportadoras de caudales y las asociaciones de comerciantes, entre otros.
El anuncio, después de los reclamos
La aprobación del directorio del Banco Central se dio en el marco de presiones para la emisión de billetes de mayor denominación. Semanas atrás, la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba) expresó su “preocupación por la cantidad de billetes circulantes”, al tiempo que destacaron que su traslado genera gastos y situaciones de inseguridad, y solicita aumentar la denominación de los papeles.
La exhortación al Gobierno y, en particular, al Banco Central de la República Argentina (BCRA), que es el encargado exclusivo de la emisión de billetes y monedas en el país, se dio en el marco de un encuentro que mantuvieron las autoridades de Fecoba, donde las cámaras y federaciones que la integran manifestaron “la complejidad que afronta el comercio en la administración de un volumen de billetes cada vez mayor”.
“Transportar, movilizar, extraer cada vez más cantidad de billetes, además de generar complicaciones y gastos, provoca situaciones de inseguridad cada vez más frecuentes”, manifestó Fabián Castillo, presidente de la entidad.
Según informó el propio BCRA el pasado 3 de enero, en la Argentina circulan 8070 millones de billetes. De esa cifra, 3107 millones, es decir, un 38%, corresponden a billetes de $1000, y 1344 millones (16%), a billetes de $500. En tanto, hay 2045 millones papeles de $100 y el resto son de $10 (489 millones), de $200 (487 millones), de $20 (407 millones) y de $50 (191 millones).
Los billetes de menor denominación (de $200 para abajo) suman en conjunto 3619 millones de unidades. De esta manera, la cantidad de billetes de mayor y menor denominación es sorprendentemente similar.
“Esto no sólo afecta a los bancos por el exceso de billetes, sino que además genera un elevado costo logístico involucrado en el traslado, carga de cajeros automáticos y la custodia de los billetes, que se incrementa en proporción a la cantidad de unidades”, sostuvo Fecoba en un comunicado difundido a mediados de enero.
En ese sentido, la entidad solicitó a las autoridades “la emisión billetes de mayor denominación, para mejorar el costoso manejo de la moneda para las entidades financieras, las pymes y la ciudadanía”.
La resistencia a emitir un billete de mayor denominación era política. Para una parte de la coalición oficialista hacerlo significa admitir la existencia de una inflación elevada, una rémora que quedó de los mandatos de Cristina Kirchner, cuando se había ya intervenido al instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) para que reporte índices de precios más acordes con el “relato oficial”.
Incluso en el BCRA ya se habían realizado anteriormente diseños para estar listos ante la posibilidad de lanzarlo, lo que quedó reiteradas veces postergados por la administración Fernández que, por el contrario, en mayo del año pasado, anunció que pondría al BCRA y la Casa de Moneda a trabajar en un rediseño de la familia actual de billetes en circulación para “recuperar la memoria”, haciendo que la fauna y flora incluida en ella por la administración Macri sea desplazada por “los mejores hombres y mujeres que dieron todo por la patria”.
El BCRA, de alguna manera, quiso justificar su demora al respecto hoy al recordar que impulsa el uso de los medios electrónicos de pago en las transacciones y señalar que los pagos por transferencias inmediatas han crecido 98,8% en cantidades y un 18,7% en montos el año pasado, en tanto que los pagos con transferencias con QR interoperable lo hicieron un 41,4% interanual.
Empero reconoció que “mientras avanza el proceso de digitalización de los pagos, este billete de mayor denominación permitirá mejorar el funcionamiento de los cajeros automáticos y al mismo tiempo optimizar el traslado del efectivo”.