En un emocionante relato, el historiador Luis Yanicelli nos transporta al campo de batalla donde se libró la épica Batalla de Tucumán, en el mismo lugar donde hoy se ubica la Plaza Belgrano. Yanicelli recordó cómo este espacio, antiguamente un vasto campo, fue testigo de uno de los enfrentamientos más importantes de nuestra historia.
El Estado Mayor del General Manuel Belgrano se posicionó estratégicamente en este terreno, mientras que las tropas realistas, que venían desde Lima, intentaban rodear la ciudad para atacar. A medida que el ejército patriota maniobraba para evitar el asedio, se produjo uno de los momentos clave de la batalla: el artillero Holmberg, al advertir que los regimientos realistas Abancay y Cotabambas estaban a tiro de cañón, ordenó una descarga que sorprendió y desorganizó al ejército enemigo.
En su relato, Yanicelli destacó el papel fundamental de la caballería tucumana, compuesta por agricultores, artesanos y comerciantes, que, a pesar de estar en inferioridad numérica, supo aprovechar su conocimiento del terreno. Los llamados “decididos” tucumanos se enfrentaron a un ejército realista mucho mejor armado y entrenado, en una lucha que parecía perdida pero que finalmente terminó en una heroica victoria.
Además, el historiador señaló que los realistas, al verse acorralados, buscaron refugio en un monte cercano, sin saber que este territorio era conocido y dominado por los tucumanos, quienes aprovecharon la oportunidad para cazarlos, al igual que los pumas lo hacían en esas tierras.
La figura de Manuel Belgrano se destaca no solo por su papel en la independencia argentina, sino también por sus convicciones progresistas y su compromiso con la educación y los derechos de las mujeres. Conocido por su valentía y resistencia, Belgrano desobedeció órdenes directas de fusilamiento y luchó en Tucumán, mostrando un espíritu rebelde que lo distingue de otros líderes de su época.
Un aspecto fundamental de su legado es su visión sobre la educación. Fundador de escuelas que promovían la educación femenina, Belgrano sostenía que el avance hacia la independencia y la libertad estaba intrínsecamente ligado al nivel cultural de la población. Creía que al educar a las mujeres, se multiplicaría el conocimiento en las familias, pues ellas serían las encargadas de transmitir esos saberes. En sus escritos, enfatizaba que la ignorancia era una cadena que sometía al pueblo y que la educación era la clave para la liberación.
En este contexto, la relación de Belgrano con la Virgen de la Merced también juega un papel crucial. Aunque fue la comunidad tucumana quien incorporó a la Virgen como símbolo de unidad, Belgrano reconoció su importancia en los momentos decisivos de la historia de Tucumán. Antes de la Batalla de Tucumán, reunió a su ejército en el convento de la Merced, simbolizando la lucha por la independencia.
Otro momento significativo en la historia de Belgrano es su amistad con José de San Martín, quien, según el historiador Raúl Martínez Moreno, es recordado en la Pirámide de Belgrano. Este monumento se erige como el único lugar donde ambos próceres compartieron un espacio físico, uniendo sus esfuerzos en la lucha por la libertad. Durante 40 días, estuvieron “silla a silla”, fortaleciendo una relación que continuaría a través de cartas y mensajes.
Así, la figura de Manuel Belgrano se convierte en un símbolo de amistad, educación y unidad en la lucha por la independencia, dejando un legado que sigue resonando en la sociedad argentina actual. La Pirámide de Belgrano no solo conmemora su vida, sino que también celebra la unión de esfuerzos entre grandes líderes en un momento crucial de la historia del país.