En Argentina no se realiza un examen psicológico de ingreso para estudiar la carrera de árbitros, se enfoca en que no presenten enfermedades irreversibles, disminución auditiva, en la visión binocular o alteración en la percepción de los colores. Dentro de la currícula de la formación, que dura dos años, tienen materias de psicología del deporte aplicada para ser árbitro, que son conceptuales.
Con lo cual ejercer la práctica del arbitraje se encuentra asociada a elevadas exigencias físicas y psicológicas, en muchos casos, debe ser similares a las de cualquier deportista de alto nivel, es decir a mayor nivel de competitividad de un deportista, debe ser igual para en el arbitro. Esto ocurre porque el árbitro o jueces, son los encargados de aplicar el reglamento y, en consecuencia, determinar la validez legal de una acción individual o grupal, así como de valorar y otorgar puntuaciones por tales acciones, sin importar que este reclamando un Messi o 50 mil espectadores en un estadio.
La influencia de sus decisiones es destacada, o altamente criticada, tanto durante el desarrollo de algunos deportes como en el resultado final alcanzado. Dada la complejidad de su tarea, siempre su accionar es polémico, al menos para el resto de los competidores deportistas, publico, dirigentes, o hasta autoridades del poder político, que salen a cuestionar sus decisiones. Los errores cometidos por árbitros y jueces en el desarrollo de su actividad, llaman más la atención que sus aciertos, pese a que probablemente estos últimos sean más numerosos.
Cuando el árbitro se enfrenta a situaciones deportivas favorables o adversas, tiene que ser capaz de mantener estable su conducta y sus actividades cognitivas para poder afrontarlas en un estado óptimo, con lo cual es necesario tener en cuenta las capacidades de autoconfianza, el estilo de afrontamiento (negativo o positivo), control atencional, control emocional, operatividad del pensamiento, estable control de los impulsos, nivel motivacional y tolerancia a situaciones de estrés.
Por tal razón, un examen psicológico no garantiza prevenir un hecho de corrupción (porque está ligado a una construcción social, de lo que se considera un hecho corrupto o no, y varia de sociedad en sociedad, además de ser multifacético) porque no es una competencia sicológica evaluable. Sin embargo existen los estados fisiológicos y emocionales, que se relaciona con el concepto de autoeficacia, y de la conducta, que permite demostrar si esta en condiciones aptas para afrontar una situación de estrés, de dirigir un evento deportivo de primera división o internacional, que puede afectar el rendimiento del arbitro, y perjudicar un evento deportivo en general y no tanto en particular en favor o en contra de un equipo.
En conclusión: si la ciencia llegara medir objetivamente los valores de honestidad, transparencia y ética, debería ser para todos.
Psi. Roberto González Marchetti
Actual presidente de Feput – Expresidente Colegio de Psicólogos de Tucumán